Segunda Capa – Fuerza, Calor y Movimiento - Sistema Muscular.


Sistema Muscular: La Segunda Capa – Fuerza, Calor y Movimiento

En nuestra exploración del cuerpo humano comenzamos por su superficie, la piel, a través del estudio del sistema tegumentario. Ahora vamos un poco más profundo, hacia la segunda capa que habita bajo la piel, un territorio amplio, complejo y muchas veces desconocido: el sistema muscular.

Esta capa no es solo un conjunto de “músculos visibles”, como solemos asociarlos con los brazos o el abdomen. Es un entramado que rodea y conecta todo el cuerpo, conformado por más de 600 músculos esqueléticos (no 300 como a veces se menciona), organizados en grupos funcionales que trabajan en armonía con los huesos, articulaciones y nervios.

 

La función estructural del músculo

Los músculos no solo generan movimiento, sino que tienen una función crucial: sostener la estructura del cuerpo. Son como tirantes vivos que mantienen erguido al esqueleto. Sin ellos, los huesos carecerían de dirección, equilibrio y estabilidad.

Cada músculo está conectado a los huesos mediante los tendones, lo que permite que, al contraerse o relajarse, generen movimiento articular. Pero además, muchos músculos están involucrados en el mantenimiento del tono postural, trabajando incluso sin que lo notemos para mantenernos sentados, de pie o equilibrados.

 

El músculo como generador de calor

Una de las funciones más hermosas y a menudo olvidadas del sistema muscular es su rol como fuente primaria de calor corporal. Cuando el músculo se contrae, transforma energía química (ATP) en energía mecánica, y parte de ese proceso libera calor. Por eso, moverse es una forma natural de regular la temperatura del cuerpo, algo especialmente importante en climas fríos, o cuando buscamos activar el metabolismo.

En este sentido, una práctica de yoga consciente activa el sistema muscular de forma sutil pero constante, generando un estado de bienestar interno que va más allá del “ejercicio”.

 

Músculo y sistema nervioso: una conexión estrecha

El músculo no trabaja solo. Está en comunicación constante con el sistema nervioso, que se encarga de coordinar cada contracción. Cuando esta conexión se ve afectada, por ejemplo, por tensión muscular crónica en el cuello o espalda, puede haber repercusiones sistémicas: dolores de cabeza, fatiga, falta de concentración o incluso problemas viscerales.

Un ejemplo claro es la tortícolis, donde un músculo del cuello (como el esternocleidomastoideo o los escalenos) se contractura, afectando la movilidad, el flujo sanguíneo y a veces comprimiendo nervios cercanos.

 

Funciones esenciales del sistema muscular

Según Saladin (2012), el sistema muscular cumple múltiples funciones fundamentales:

“Los músculos mueven el contenido corporal cuando se lleva a cabo la respiración, la circulación sanguínea, la alimentación y la digestión, la defecación, la micción y el parto; además, sirven a varias funciones en comunicación: habla, escritura, expresión facial y otros tipos de lenguaje corporal.”
(Saladin, 2012, p. 313)

Esto nos muestra que el músculo no solo mueve “miembros”, sino que participa en todas las funciones vitales del cuerpo. Incluso nuestra forma de comunicar, de expresar emociones, de respirar o de eliminar desechos depende de su buen funcionamiento.

Otra función destacada:

“El control de aperturas y pasajes corporales. Los músculos que rodean la boca no solo sirven para hablar, sino también para ingerir alimentos y retenerlos mientras se mastica. Los anillos musculares internos controlan el movimiento de la comida, la bilis, la sangre y otros materiales dentro del cuerpo.”
(Saladin, 2012, p. 313)

Estos anillos musculares se llaman esfínteres, y sin ellos, procesos como la digestión, la circulación sanguínea o el control de esfínteres no serían posibles.

 

El yoga como puerta de acceso al sistema muscular

En una sesión de yoga, el alumno tiene la posibilidad de experimentar y reconocer el trabajo de sus músculos de manera consciente. Las posturas (asanas) activan diferentes cadenas musculares, combinando esfuerzo con atención. Esto promueve una relación más íntima con el cuerpo, ayudando a:

  • Reorganizar la estructura músculo-esquelética,

  • Aliviar tensiones innecesarias,

  • Mejorar la postura,

  • Desarrollar fuerza y elasticidad funcional,

  • Estimular la conexión mente-cuerpo.

En definitiva, el yoga ofrece una experiencia viva de esta “segunda capa”. No desde la teoría, sino desde la escucha del cuerpo, el respeto a sus ritmos, y la observación de su fuerza silenciosa.

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