El cuerpo como objeto de observación en la práctica del yoga.
Estructura Humana
El cuerpo como objeto de observación en la práctica del yoga.
En una sesión de yoga —al igual que en cualquier otra práctica donde se involucre el cuerpo— este se convierte en el principal objeto de observación. Se nos invita a estar presentes, atentos a lo que sucede en él, ya que es a través del cuerpo que accedemos al momento presente.
Gracias a un mecanismo automático del sistema nervioso periférico, conocido como sistema nervioso autónomo, nuestro organismo regula de forma involuntaria múltiples funciones esenciales para la vida, como la digestión, la micción, la frecuencia cardíaca y respiratoria, entre otras. Este funcionamiento automático permite que el cuerpo se mantenga en equilibrio sin que tengamos que intervenir conscientemente.
Sin embargo, hay otro componente del sistema nervioso periférico con el que interactuamos más a menudo, incluso sin darnos cuenta: el sistema nervioso somático. Este sistema es el que nos permite interactuar voluntariamente con el entorno, y en yoga, desempeña un rol fundamental.
La palabra somático proviene del griego soma, que significa “cuerpo”. Se refiere, por tanto, a lo corpóreo, a lo material del ser vivo. El sistema nervioso somático es responsable de recibir y emitir estímulos conscientes. En una práctica de yoga, especialmente al inicio, cuando se propone una postura pasiva o restaurativa, se abre un espacio para observar los fenómenos del mundo exterior —ruidos, temperatura, sensaciones físicas, pensamientos— y cómo estos afectan al cuerpo.
Este sistema actúa a través de dos tipos de neuronas:
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Neuronas sensoriales, que recogen información de los sentidos (vista, oído, tacto, olfato y gusto) y la envían al sistema nervioso central (cerebro y médula espinal).
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Neuronas motoras, que transmiten impulsos desde el sistema nervioso central hacia los músculos, permitiendo así el movimiento voluntario y la coordinación.
En cada asana, desde su preparación hasta su ejecución y relajación, se activa este circuito: observamos sensaciones, ajustamos posturas, respiramos conscientemente y desarrollamos una percepción más afinada del cuerpo en el espacio. Así, el yoga no solo fortalece el cuerpo, sino que también entrena la conciencia somática, es decir, la capacidad de habitar y sentir el cuerpo desde dentro

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